Alejandra Urrutia, directora de la Orquesta de Cámara: “Definitivamente siento que la música transforma la vida de las personas”
A días del concierto “La Música Transforma”, la directora de la Orquesta de Cámara del Municipal, Alejandra Urrutia, ensaya con sus músicos el intenso repertorio programado para el 8 de junio en el Teatro Municipal: Metamorfosis de Strauss y La muerte y la doncella de Schubert. Su vida transita por temporadas entre Santiago y Viena, punto estratégico para proyectar su exitosa carrera en Europa. Por ahora, su agenda está completa en Chile con iniciativas que la apasionan aún más allá de la música. “Definitivamente siento que la música transforma la vida de las personas”, asegura.

¿En qué punto está tu carrera actualmente?
“Tengo mi trabajo con la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago y tengo mi vida en Europa. Mi plan es proyectarme en Europa con una carrera más internacional. Antes estuvo enfocada en Latinoamérica. Ahora las puertas se están abriendo para dirigir en Europa. Estoy transitando hacia las orquestas europeas, pero consolidando muchas cosas en Chile. Tengo proyectos importantes y esenciales en Chile, como la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago, el Festival Internacional de Música Portillo, que tendrá su séptimo año en 2026, el Hub de Directoras junto a la Orquesta de Cámara, que va en su cuarto año. Son proyectos que están teniendo mucha visibilidad y el público se está interesando en ellos. Otro es el Gran Concierto por la Hermandad, un proyecto ciudadano, con una gran orquesta y un gran coro ciudadano, que durante meses aprende una obra. Estos tres proyectos se están consolidando en Chile y eso me da mucha alegría, porque al principio es ir en contra de la corriente, pero como ya se están conociendo, estamos consiguiendo más recursos, lo que para nosotros es una tremenda ayuda”.
¿Qué han significado estos proyectos para ti y para la música en Chile?
“Estos proyectos han nacido tal vez desde espacios que hemos encontrado vacíos, espacios que a veces ocurren. Definitivamente siento que la música transforma la vida de las personas y sobre esa base surgen mis proyectos, como la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago. Es una linda responsabilidad trabajar con jóvenes, es un espacio único en nuestro país, jóvenes tremendamente talentosos, llegamos a niveles excepcionales, suena como cualquier orquesta profesional. Ese es el espacio que encontré, como un pequeño nicho que se puede refinar y crear cosas increíbles.
Por otro lado, al menos en Chile, se están abriendo muchos espacios para escuchar música clásica. Muchos proyectos que buscan públicos nuevos, ya sea escuchando o a veces siendo partícipes, como en el Gran Concierto por la Hermandad, donde canta gente que jamás ha cantado y que se hacen parte de él, es increíble lo que pasa. Eso nos acerca a la música clásica de una manera, que a lo mejor no hubiese podido ocurrir de otra forma. Entonces, yo entiendo la música como una herramienta primero de desarrollo personal, en términos de entender mi verdad desde la música, pero luego también permitir que otros encuentren su verdad en la música”.
ACERCANDO LA MÚSICA A LOS JÓVENES
¿Es es muy distinto en Chile el camino de acercar la música a la gente joven de lo que se ve en Europa, en Estados Unidos o en otros lugares? ¿O falta mucho camino todavía?
“Yo estudié en Estados Unidos y no sé si hay tantos proyectos como hay acá para acercar la música clásica a la gente joven. Creo que somos mucho más innovadores y eso tiene que ver por la necesidad, las necesidades básicas que nosotros no tenemos en Chile y tenemos que encontrar maneras de innovar para crear esas oportunidades. Incluso, diría que estamos adelantados en ese sentido. Estados Unidos no tiene un proyecto de orquestas juveniles como el que tenemos en Chile. En Europa, hay proyectos de orquestas juveniles, pero no viene desde la raíz de la cual viene en Chile, que es una razón social. Acá cuando los jóvenes estudian un instrumento musical, la mayoría empieza tocando en los proyectos de orquestas juveniles e infantiles. No sé si eso es tan real en Europa o en Estados Unidos. Normalmente, los jóvenes van al conservatorio, estudian instrumentos con su profesor privado y eventualmente si quieren ser músicos, estudian en la universidad. Y yo creo que eso es súper importante en nuestro país. No estoy diciendo qué es mejor o peor, son otros los desafíos. Aquí empiezan de 8, 9 años y cuando ya tienen 18 años, y van a entrar a la universidad, ya han tenido diez años tocando en orquesta. Eso es esencial para un músico que va a tocar orquesta para el resto de su vida. Tienen una formación orquestal increíble, que no veo en países como Estados Unidos, donde los proyectos de orquestas juveniles son muy pocos o están recién naciendo.
Nuestros desafíos con esos proyectos, debido a como funcionan, es que tenemos que asegurarnos que tengan la mejor formación posible. Ese es el desafío en Chile, conseguir a los mejores profesores para los proyectos de orquestas juveniles para que técnicamente estén preparados para ser músicos profesionales si lo quieren ser”.

¿Cuáles han sido los hitos más significativos en tu camino como directora?
“En abril, estuve dirigiendo la orquesta del Konzerthaus de Berlín. Ese ha sido el momento más importante en mi carrera, no solo porque la orquesta era increíble, sino además es un teatro de sueños. Cuando uno está formado, siempre quiere seguir creciendo, lo que nosotros hacemos es para toda la vida. No es que me aprendí todo el repertorio y ahora me puedo sentar en la casa a tomarme un tecito y despreocuparme. Eso jamás va a ser así en la vida de un músico o en mi caso como directora. Uno está siempre estudiando, a veces más, a veces menos, es inevitable. Y cuando empiezas a tener oportunidades como como la de Berlín es excepcional, porque se te va exigiendo naturalmente y uno crece sin querer, por decirlo de una manera. Con el director de orquesta hago una analogía con los tenistas. Los directores de orquesta deben tener horas de cancha como los tenistas. Mientras más tocas, mientras más juegas, mejor te vas sintiendo, vas encontrando soluciones en el camino, vas entendiendo a tu rival, entonces tu técnica empieza a estar al servicio de lo que está pasando en el juego. Con la música es lo mismo. Uno pasa muchas horas estudiando partituras o técnica y todo eso tiene que estar al servicio de hacer música con otros. Y al hacer música con otros, vas observando, tal vez ayuda a los músicos si hago esto de esta manera. Pero eso se aprende haciéndolo, por más que estudies tu técnica frente a un espejo no vas a tener realmente un feedback de si lo que estás haciendo es de la mejor manera, sino que eso ocurre cuando tú estás enfrente de una orquesta y tú trabajaste algo y te das cuenta, ¡boom! ¡Ah, la orquesta está tocando junta! O, ¡mmm! ¡La orquesta no está tocando junta! ¿Qué estoy haciendo yo que la orquesta no está tocando junta? “.
¿Eso te ha preparado para también enseñar a los becados?
“Definitivamente. Tengo la suerte de ser violinista y en esta orquesta la base es la cuerda, entonces les puedo pedir un violín, les toco y muestro lo que quiero. En el ensayo de hoy lo hice. A veces, a los músicos mucho les entra por ver a otro hacerlo. A mí igual, veo un director y digo ‘eso está bueno’. Esa es una ventaja que tengo, poder mostrar lo que quiero y eventualmente lo logro”.
¿Y lo aprecian?
“Sí, aquí lo aprecian, en una orquesta profesional, no puedes, tendría que ser una orquesta muy especial, probablemente tendría que ser tu orquesta, no como director invitado. Fui asistente de un gran director húngaro, Iván Fischer, con la Orquesta de Budapest. Él a veces tomaba el cello y se sentaba a tocar. Para los músicos es como entender el concepto, no es que ellos van a tocar como uno, visualmente ayuda. Al final, se trata de hacer lo que uno tenga que hacer para lograr musicalmente lo que quieres escuchar. Iván Fischer hace cantar a su orquesta. Aquí también los hago cantar, porque cuando tú cantas, la música pasa por ti. Cuando tú tocas un instrumento, el instrumento está fuera de ti, entonces es más cerebral, es más de cabeza. Cuando los hago cantar, se arregla el ensamble, la articulación, la afinación, porque se están escuchando en primer lugar y cuando tú cantas articulas naturalmente y eso es lo que uno tiene que hacer cuando es instrumentista, sacar tu propia voz y no apagarla”.
¿Cómo ha sido tu experiencia de trabajar con la Orquesta de Cámara?
“Ha sido un placer realmente, por lo que hemos hablado ahora, porque siento que no hay límite, son curiosos de probar, es como un work in progress”.
¿Qué destacarías de ellos, eso mismo?
“Es que tienen una actitud excepcional para eso y para un director de orquesta lo más lindo es tener músicos con linda actitud, abiertos a probar nuevas cosas o si no ir contigo en lo que tú sientes que la obra te está diciendo”.
¿Cómo preparas a una orquesta de jóvenes para estas obras de Strauss y de Schubert?
“En mi cabeza no pienso que son jóvenes, hay que empezar por esa premisa, para mí es una orquesta profesional, no es una orquesta de formación. Ahí les cambia la actitud. Si es una orquesta de formación puede que lleguen al primer ensayo sin saberse la música. No, aquí se llega al primer ensayo con la música aprendida de la mejor manera posible. No tiene que ser perfecto, pero de la mejor manera posible y de ahí para arriba. Entonces, la actitud mental es otra. Yo los trato como músicos profesionales en el sentido de que les exijo, les exijo, les exijo, todo lo que pueda exigir y lo lindo de los jóvenes es que también sus cabezas son mucho más ilimitadas, porque no hay o hay pocos prejuicios de que algo es difícil, que no me va a salir , eso no existe. Acá vamos, vamos, vamos, vamos. En el concierto, se van a dar cuenta que no suena como orquesta juvenil. Tuve la oportunidad de escucharlos en el concierto con Edith Fischer y fue fantástico.
La actitud mental es esencial para que a uno le vaya bien, de nuevo, igual que un tenista. Si tú te estás diciendo, no estoy jugando bien, olvídate. Yo insisto en eso acá, como la gran mamá, también soy exigente, pero siempre con motivación. Jamás aquí los he aplastado, porque sé que eso no va a sacar lo mejor de ellos. Si alguien está aplastado, imaginen lo que ocurre con el entorno. Una persona así, me afecta a toda la orquesta. Hay una actitud mental de esta orquesta que es muy linda y estoy orgullosa de eso, porque siento que la orquesta tiene eso que no se puede describir”.
¿Cuándo los tomaste? ¿Has visto esa evolución?
“El 2018. Sí, sí, lo he visto en la forma que tocan, porque son mucho más flexibles ahora. Después de que me contrataron, me invitaron a un ensayo para presentarme, fue súper interesante, porque tocaban muy bien y había que refinar un poco. Necesitaba más flexibilidad, pero la flexibilidad de tocar no es aquí, sino que ocurre en la mente. Si tú eres inflexible en tu cabeza, vas a tocar inflexible. Pero si empiezas a flexibilizar y a jugar con los colores, empiezas a tener más colores”.
¿Y tu tipo de liderazgo de dónde viene? ¿Has tomado referencia de otros directores? ¿Ha sido tu educación?
“Yo estudié en Estados Unidos y mis referentes con mis maestros siempre fueron desde lo amoroso. Cuando estaba allá, decía, ¡Ay, la gente aquí es tan positiva! Cuando todavía estudiaba violín y tenía uno de mis exámenes finales del año, me acuerdo que entré a la sala y habían tres profesores de violín. Entré y me dicen, ¡Alejandra! ¡Hola, Alejandra! ¿Cómo estás? ¿Qué vas a tocar para nosotros? Con eso, las chances de que te vaya mal son muy pocas. No había esa cosa rigurosa, estricta, yo soy el profesor y tú eres la alumna, nada de eso”.
¿Hoy se abre más espacio para los directores y directoras de orquesta? ¿O quedan barreras?
“Los directores de orquesta tienen muchas más oportunidades y están saliendo muchos más directores también. Y directoras, siento que todavía estamos en proceso. Por eso el Hub de Directoras, que es un proyecto que hago con la orquesta de Cámara”.
¿En qué consiste el Hub?
“El Hub de Directoras es un workshop, es un taller para directoras mujeres que se hace con la orquesta de cámara. Es una semana de entrenamiento, tienen como una clase magistral conmigo acá. Ellas dirigen y yo les voy sugiriendo cosas. Tenemos 8 o 9 postulantes activas, en el podio, y entre 8 a 10 pasivas, que observan y en la semana tienen una oportunidad para dirigir. Este hub es a nivel internacional. El año pasado tuvimos 46 postulantes de todas partes del mundo y seleccionamos 8 o 9, de Bélgica, Estados Unidos, hemos tenido gente de Cuba, de Ecuador, Colombia, Venezuela. Es impresionante. El nivel del año pasado fue espectacular. Para mí es un honor, porque si el nivel sube, significa que el Hub se está conociendo en el mundo, se está corriendo a la voz, y nos damos cuenta que el nivel de las directoras mujeres es similar, solo necesitamos oportunidades. El Hub visibiliza a las directoras mujeres y da oportunidades de tener horas en el podio. Mientras más estés acá, mejor. Yo lo sé, porque lo viví, y es incómodo que alguien te esté diciendo como hacer esto, pero ha sido una linda experiencia y la orquesta ama el Hub. Disfrutan mucho y es intenso, porque tenemos un repertorio específico que tienen que repetir y repetir y repetir dependiendo de lo que las directoras elijan para dirigir. Pero debido a eso, el concierto siempre es espectacular, porque hay tiempo para que la música sea aprendida y sea tocada bien” .
¿Hay algún escenario o espacio que aún te falta por conquistar?
“Amaría tener más oportunidades en Europa y en Estados Unidos. Tener la oportunidad de dirigir las grandes orquestas. Tengo fe que en algún momento sea”.