Amigos del Municipal

Rodrigo González nació en San Bernardo y creció en Paine, pero desde 2021, Weimar, Alemania, es su hogar musical. Allí estudia el Bachelor of Music Violine, en la Hochschule für Musik Franz Liszt, y se especializa en violín barroco con la reconocida maestra Lina Tur Bonet.

Su historia musical comienza con la obra de Johann Sebastian Bach. Fue cantando corales y cantatas en el coro escolar donde Rodrigo descubrió la profundidad de la música clásica. Esa experiencia temprana no solo lo marcó: lo llevó directamente al violín y a cruzar el océano en busca de perfeccionamiento.

Hoy, es uno de los becados de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal, apoyo que lo conecta con sus raíces y su proyección artística. Para él, el estudio del barroco ha sido una ventana a nuevas formas de entender la música. “El repertorio histórico no solo amplía la comprensión estilística, sino que fomenta la autonomía interpretativa y una conexión más profunda con la tradición orquestal europea”, explica.

Rodrigo encuentra en la música una herramienta de transformación vital. “Aprendí a dialogar, a respetar opiniones distintas y a escuchar, tanto dentro como fuera del ensayo”, cuenta. Por eso, su futuro lo imagina no como una competencia solista, sino como parte de un proyecto colectivo: la música de cámara y el trabajo orquestal son sus grandes pasiones.

Sobre la educación musical en Chile, Rodrigo valora el talento de los docentes, pero lamenta la falta de apoyo estructural: “Hay una diferencia enorme con Alemania en términos de infraestructura, becas y acceso a buenos instrumentos”.

Cree que atraer a más jóvenes pasa por acercarles la música en sus propios términos. “Las orquestas podrían ofrecer conciertos especiales con música de películas o series, que conecten con sus vivencias cotidianas”.

A la hora de elegir instrumento, no fue la destreza técnica del violín lo que lo atrajo, sino su capacidad de cantar, de emocionar. Y en ese viaje, ha contado con referentes clave: su familia, su primera maestra Eszter Haffner, su actual profesora Kathrin ten Hagen y sus guías en música de cámara, Beate Hartmann y Annegret Klenke.

Su repertorio favorito abarca desde Bach hasta Brahms, y cuando no está en la sala de ensayo, Rodrigo disfruta viajando, caminando por los parques de Weimar o viendo películas como Interstellar, que reflejan —como su propia vida— viajes largos, trayectorias complejas y la búsqueda de lo profundamente humano.