
¿Cómo te acercaste a la música?
Me acerqué a la música porque vengo de una familia de músicos. Mi abuelo fue director de coro y mi papá canta actualmente en el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile. Ellos fueron una influencia importante para mí y me ayudaron a tomar la decisión de elegir este camino. Nunca fue algo impuesto; siempre me dieron un empujoncito, pero jamás me obligaron. Yo tuve la libertad de dedicarme a lo que quisiera y, finalmente, decidí hacerlo a la música. Hoy soy un profesional del área y me dedico plenamente a ella, ya que me titulé como intérprete superior en violín en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
¿Por qué elegiste tu instrumento?
La elección del violín fue un proceso. En un comienzo me dedicaba al canto, y más tarde tuve un acercamiento al saxofón en un taller escolar. Sin embargo, ese taller se cerró y se me presentó la oportunidad de comenzar a estudiar violín gracias a una beca en una academia en La Florida. Desde ese momento fui creciendo como intérprete hasta que en 2017 ingresé al ciclo elemental de la Universidad Católica. Desde ahí nunca paré y, tras seis años de estudios, logré titularme como intérprete superior en violín en 2024
¿Qué crees que puede aportar la música al Chile de hoy?
La música tiene un valor profundamente social. Hoy en día la gente consume música constantemente y la necesita para vivir. La música docta, en particular, ofrece algo muy especial: permite desconectarse de la rutina y entrar en un mundo sonoro distinto, capaz de elevar el alma y generar experiencias transformadoras.
Por eso, los músicos tenemos la responsabilidad de acercar la música a más personas, a través de conciertos educativos y presentaciones en espacios donde habitualmente no llega. Esa conexión puede marcar un antes y un después en quienes la escuchan, motivándolos a seguir participando y disfrutando de la música.

En Chile contamos con una sólida red de orquestas que facilitan este acceso. La Orquesta de Cámara de Chile ofrece conciertos gratuitos; la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y la Orquesta Filarmónica de Santiago presentan programas con precios accesibles; y lo mismo ocurre con diversas orquestas regionales. Además, gracias a las redes sociales, hoy se logra llegar a un público más amplio, lo que explica por qué los conciertos en el Teatro Municipal o en la Sala Sinfónica Nacional se llenan de asistentes.
La música, en definitiva, es un puente que nos une. No existe nada más humano que ese acto de crear arte para otros, un gesto que eleva, transforma y deja huella en cada persona que lo recibe.