Amigos del Municipal

Desde los cuatro años, Andrés Robles ha vivido rodeado de música. Nacido en Coquimbo, su primer escenario fue la banda municipal local, donde tocaba junto a su padre. Hoy, con una formación especializada a través de clases con destacados trompetistas internacionales —como Gustavo Ibacache, Werner Mengel, Flavio Gabriel y Eric Aubier— Andrés se consolida como uno de los jóvenes intérpretes más prometedores de su generación.

Es parte del grupo de becados de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal, un respaldo que le permite seguir profundizando su camino artístico. Para él, la trompeta no fue una elección casual: “Sentía que era lo más parecido al canto… quería que la gente me escuchara con ese sonido grande y característico”, explica.

La música ha sido mucho más que formación: ha moldeado su carácter. “Me ha dado herramientas para enfrentar los desafíos de la vida. Ha sido mi compañera en los momentos más difíciles”, confiesa. Y con esa madurez, proyecta su carrera con un norte claro: ser un profesional integral, capaz de emocionar y entregar felicidad a través de cada interpretación.

Respecto del presente musical chileno, Andrés reconoce el desarrollo creciente que vive el país: “Hay instituciones y universidades que realmente están formando músicos con capacidades para enfrentar el mundo profesional”. Aun así, siente que la música clásica aún es percibida como lejana, por lo que propone conectar a los jóvenes a través de experiencias cercanas, como el cine o la ópera con contenidos cotidianos. “Hay que hacerlos sentir que la música también les pertenece”.

Fanático de la salsa y de la trompeta virtuosa de Pacho Flores, Andrés encuentra en el canto su pasatiempo más personal, aunque también practica calistenia y va al gimnasio con regularidad. Su película favorita es La La Land, por su retrato sincero de lo que significa ser artista. “A veces cumplir un sueño implica renuncias… pero todo vale la pena cuando sabes para qué estás en esto”.