Amigos del Municipal

Samuel Poblete (28) funde su virtuosismo musical con una entusiasta fe en su Iglesia, en la que participó desde niño junto a su familia. Su primer instrumento fue la guitarra, que tomó a los 7 años, pese a la resistencia de su profesor, quien le dio una oportunidad para mostrar su talento cuando otro alumno faltó a clases. El interés por las cuerdas lo llevó al folklore y aprendió a tocar charango, cuatro y bajo. Hoy toca una viola francesa construida en 2023 por el luthier belga Benoit Bonten.

Su interés por la viola -recuerda- fue “amor a primera vista o a primera escucha”.
“Cuando fui por primera vez a la Orquesta Juvenil de Pudahuel a escuchar los instrumentos para escoger cuál me interesaba, primero me mostraron el violín y no me fascinó, luego el cello me gustó, pero era muy aparatoso, luego vino la flauta, el corno, nada me convencía, hasta que el último fue la viola, y apenas la escuché supe que ese era el sonido que buscaba, desde ese día nunca pensé en dejarla y hasta el día de hoy amo más y más ese instrumento. 

En la Orquesta Juvenil de Pudahuel, la profesora Tamara Molina lo preparó durante tres años para iniciar sus estudios superiores e ingresar a la Fundación de Orquestas Juveniles (FOJI), donde se abrió su perspectiva hacia la música clásica de manera profesional. Así continuó estudiando viola en el Instituto de Música UC, con la profesora Penélope Knuth.

Desde su natal Santiago Poniente a Salzburgo, Austria -donde vive hace tres años-, Samuel siguió construyendo una robusta formación académica con un Master of Arts y un posgrado en la Universidad Mozarteum de Salzburgo, con la profesora Veronika Hagen (Hagen Quartett). En la misma universidad, actualmente participa en Beija-Flor String Quartet, con el que cursa un Master en Música de Cámara-mención en cuarteto de cuerdas, bajo la guía del profesor Cibrán Sierra Vázquez (Cuarteto Quiroga). 

Junto a su extenso currículum musical, Samuel valora el aporte de la música a su crecimiento personal. “Al haber crecido en un ambiente de Iglesia y en paralelo en orquestas juveniles, la música despertó en mí la posibilidad de hacer arte, hacer lo que amo en fraternidad y comunidad en beneficio de otros”. 

“Me ha enseñado -remarca- valores como disciplina, perseverancia, resiliencia, orden, autocrítica y el que más me ha costado, la paciencia, ya que muchas cosas que no resultan a la primera, toman su tiempo, hasta que funcionan. Al ser una persona de fe, creo que mi camino musical se compone de tener fe en Dios y en el plan que él tiene para mí, acompañado de perseverar en lo que debo hacer, amando la música y compartiendo este hermoso arte con amigos en el escenario y con la audiencia”. 

Samuel es el único músico de su familia, que siempre lo ha apoyado en su carrera musical, especialmente, su abuelo, a quien agradece ayudarle a comprar sus primeros tres instrumentos, las cuerdas y acompañarlo a la academia cuando era pequeño.

Para acercar a audiencias jóvenes, sugiere erradicar el prejuicio de que la música clásica no es para todos y aproximarla desde la infancia para que sea algo natural.

Sus compositores favoritos son Bach, Beethoven y Brahms y el género predilecto es la música de cámara en todas sus conformaciones, pero principalmente el cuarteto de cuerda. 

El futuro de su carrera artística lo visualiza como una combinación de estabilidad en una orquesta y la libertad de tocar música de cámara con sus amigos de cuarteto de manera profesional. La docencia y la gestión cultural también están en su horizonte “para poder compartir lo aprendido, en cierta forma, retribuir”.